“¿Y los pequeños?” es un mantra que se ha usado para impulsar la prohibición con temor fuera de sitio. Los científicos y los políticos avisan poco a poco más sobre los riesgos de consumir cannabis a lo largo del embarazo. Solo hay un inconveniente: los datos no los respaldan. Mas la carencia de pruebas jamás ha detenido las mareas de la prohibición. Al no poder mostrar que el cannabis es verdaderamente dañino, los gobernantes públicos avisan, sin embargo, que en este momento es más posible que las mujeres notifiquen que consumen cannabis a lo largo del embarazo (lo que en parte refleja una más grande tranquilidad al charlar con los médicos, no un más grande consumo). Mas como los médicos recalcaron hace poco en una carta al Journal of the American Medical Association , “los datos que poseemos sobre el cannabis no detallan un daño definitivo”. Los ensayos clínicos son ilegales a todos y cada uno de los efectos prácticos, y la mayor parte de las publicaciones sobre el cannabis “se ajustan a la iniciativa no probada de que el cannabis merece su designación dañina”. Hasta entonces, California está teniendo en cuenta una política que designaría al cannabis como una toxina para el avance. Hay intranquilidades lícitas, como las superiores tasas de consumo de alcohol socias con el cannabis. Mas debemos desvanecer el espectro inquietante de que el cannabis está dañando a los jóvenes, no consagrarlo en la ley.
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