Estudiosos de ocho países distintas cooperaron hace poco en un artículo anunciado en la Gaceta En todo el mundo de Investigación Ambiental y Salud Pública , que advirtió sobre los riesgos de que los jovenes se enamoren. Mas es bien difícil tomarse seriamente la preocupación de que “[t] les jovenes que no estuvieron enamorados tenían posibilidades relevantemente más bajas de consumo de substancias que todos los otros jóvenes”.
No es que esta afirmación esté fuera de sitio: la mayor parte de edad y las relaciones íntimas son un instante tumultuoso, especialmente para los jóvenes de minorías sexuales que son el tema central de este artículo. Mas la visión transporta a toda clase de conclusiones absurdas. En verdad, tras parecer hallar “que jamás estar enamorado asegura contra el consumo de substancias”, los autores concluyen que “se requieren acciones políticas concretas para achicar el peligro”. Evitan recordarle al lector que los peligros que desean achicar son sentimientos de amor autoinformados.
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